¿Qué podemos esperar de la exploración espacial y la astronomía en 2022? compartimos este excelente artículo del divulgador científico y astrónomo Germán Peris
Marcados sanitariamente y socialmente por la pandemia, la ciencia de la astronomía y la tecnología de la exploración espacial – bastante vinculada en muchos casos con la primera- han sufrido algunos retrasos en estos dos años, pero por fortuna, la prudencia, la propia ciencia y las medidas sanitarias han permitido que, en líneas generales, se estén cumpliendo objetivos y resultados sin grandes retrasos.
Como dijo alguien en algún momento y en algún lugar, «la ciencia no depende de que creamos en ella o no», y añadiría modestamente que tampoco depende de las trabas que la naturaleza y las personas le ponga en el camino, tan solo de nuestra perseverancia y convicción -en base a evidencias y resultados- que estamos en el camino correcto, incluso cuando cuesta mantener el estado anímico.
En las líneas de hoy, donde estoy seguro me dejo fuera un número no poco importante de proyectos algunos de…
Parece el guion de una película de Hollywood pero así es, un multimillonario japonés está buscando ocho voluntarios para volar a la Luna con él en una misión de la empresa Space X que se quiere realizar, sí todo va bien, en el año 2023.
Será un viaje con todos los gastos pagados de tres días para llegar a la luna, girar detrás de ella, y tres días para regresar, junto con el multimillonario Yusaku Maezawa.
Las solicitudes se pueden presentar hasta el 14 de marzo y las evaluaciones iniciales comenzarán poco después. Las entrevistas finales y los chequeos médicos están programados para competir a fines de mayo con los candidatos seleccionados.
Vídeo del multimillonario japonés.
Sí estáis interesados desde aquí podeis apuntaros:
La misión de volar alrededor de la luna y regresar, se denomina DearMoon, está programada para 2023 en una nave espacial SpaceX. Aunque la nave espacial aún se encuentra en las primeras etapas de prueba, se confía en que estará lista en dos años. Yo ya me he apuntado por si acaso:
El vuelo a la luna y los vuelos comerciales del dragón para la NASA servirán como escalones para el objetivo final de SpaceX, la construcción de una colonia sostenible en Marte…
Lo más real actualmente es la misión Artemisa, una misión de la NASA para volver a la Luna en la década de los 20.
Lamisión Artemisa(diosa griega asociada a la Luna) es muy ambiciosa, así como cara, casi 8000 millones de dolares al año de aumento de presupuesto para la NASA, pero el objetivo es espectacular, la vuelta del ser humano a la Luna y tal vez la primera mujer astronauta en pisarla, una base permanente en nuestro satélite para desde allí alcanzar en un futuro Marte y estudiar aun mejor nuestro satélite natural. Debe ser aprobada por el congreso de EEUU con lo que habrá que esperar, aunque todo apunta a que en la década de los 20 se llegará a la Luna, habrá que diseñar nuevas naves para llevar astronautas, así como nuevos trajes y equipación, el reto desde luego es muy ilusionante.
La última misión humana a la Luna se produjo hace muchísimos años, concretamente el 7 de diciembre de 1972 y la realizó la misión Apolo 17. Desde ese día el ser humano no ha vuelto a pisar la Luna, sí lo han hecho robots de varias agencias espaciales, como por ejemplo la China.
Los astronautas de esa última misión fueron: Eugene Cernan, Harrison Schmitt y Ronald Evans. Evans se quedó en órbita, mientras que Cernan y Harrison alunizaban en el Mare Serenitatis. Fue una misión muy fructifera, pues en 87 h de misión los astronautas llegaron a alejarse 6.5 km del punto de alunizaje y recogieron 670 kg de material, también realizaron mediciones gravimétricas, sismológicas, térmicas y eléctricas de la microatmósfera lunar. Incluso realizaron varios experimentos. Como nota curiosa decir que al alunizar el módulo en la Luna se produjo un seísmo con una fuerza enorme, concretamente con una energía equivalente a 700kg de TNT.
ElArchivo Planetario Científico (PSA) de la Agencia Espacial Europea (ESA) es el repositorio central de todos los datos científicos y de ingeniería enviados por las misiones del Sistema Solar de la ESA: actualmente se pueden consultar las misiones: ExoMars 2016 , Giotto , Huygens , Mars Express , Rosetta , SMART-1 , Venus Express, Chandrayaan-1 y BepiColombo, así como observaciones complementarias en tierra. Las misiones futuras como ExoMars 2022 y JUICE también se alojarán en el PSA. Son todos los datos gratuitos y accesibles para todo tipo de usuario.
Todos los datos de PSA cumplen con los estándares del Sistema de datos planetarios (PDS) de la NASA. El software para visualizar los datos a menudo es proporcionado por los equipos de instrumentos, y generalmente se encuentra en el directorio SOFTWARE o DOCUMENT en su conjunto de datos de la página
El PSA proporciona algún software externo, que se puede encontrar en la página Herramientas
Por ejemplo supongamos que queremos ver datos de la misión Rosetta, pues simplemente escribimos el nombre de la misión en el buscador que aparece en la siguiente página de los archivos:
Me parece importante comenzar este recorrido con quién es considerado el “Padre de la Cosmonáutica” y uno de los iniciadores de la astronáutica: Konstantín Eduárdovich Tsiolkovski.
Nació en Izhevskoye (provincia de Riazan, Imperio Ruso) el 5 de septiembre –según el viejo Calendario juliano que rigió en Rusia hasta 1918- o 17 de septiembre –según el Calendario Gregoriano- de 1857. Era el quinto hijo del matrimonio formado por el polaco exiliado Eduard Ignatyevich Tsiolkovski (Oficial Forestal Provincial y noble de nacimiento) y de la rusa de origen tártaro Maruya Ivanovna Yumasheva. A los 10 años quedó sordo debido a un ataque de escarlatina, lo que le impidió continuar con la escuela. Se educó entonces en el hogar con los libros de su padre –a los que llegó a leer en poco tiempo- y consultando las Bibliotecas públicas de Moscú. Creía que por su discapacidad auditiva estaba motivado a superarse, lo que le permitió lograr una buena formación aunque no cursara la educación formal básica.
A los 16 años comenzó a estudiar astronomía, matemática, química y mecánica en Moscú y ejerció como profesor de matemática en Borovsk, ciudad en la que contrajo matrimonio con Varvara Yevgrafovna Sokolovaya. En esa ciudad realizó investigaciones que le permitieron formular una “Teoría Cinética de los Gases” que envió para publicar a la Sociedad Físico-Química de Rusia, en Saint Petersburg. El manuscrito fue leído por Dimitry Mendeleev, el creador de la Tabla Periódica, que lo alentó a continuar con sus investigaciones.
Posteriormente comenzó a interesarse por la Física tras leer algunas novelas de Jules Verné y en 1883 concibió un proyecto de nave por retropropulsión para viajes interplanetarios. A partir de 1884 su trabajo se vinculaba a cuatro grandes problemas: la justificación científica de un globo metálico (dirigible), del aeroplano aerodinámico, del tren que se desliza por el aire, y de los medios para viajes interplanetarios.
Después de haber conocido a Nikolái Zhukovski, estudiante de Stolétov, Tsiolkovski empezó a ocuparse en la mecánica del vuelo controlado y juntos diseñaron una aeronave. Al principio, Tsiolkovski propuso la idea de la aeronave cubierta completamente de metal, y construyó su modelo de trabajo, creó los mandos de vuelo automático del dirigible y circuitos para el control de su elevación. En 1897 creó el primer Túnel de Viento ruso –con financiamiento de la Sociedad Físico-Química-, e incluyó un proceso experimental que lo llevó a probar 100 modelos con diferentes diseños.
En 1902 diseñó una nave a retropropulsión basándose en el Autobólido del peruano Paulet.
En el período de 1892-1935 vivió y trabajó como docente en el oblast –distrito- de Kaluga. El hogar en el convivió con su familia se fue convirtiendo a partir de 1904 en un Museo que se mantiene hasta la actualidad. Aquí comenzó a ser reconocido como matemático, físico e ingeniero, publicando más de 500 artículos relacionados a los viajes espaciales, además de los libros: Sueños con la Tierra y el Cielo (1895), Exploración del espacio cósmico por medio de aparatos a reacción (1896), Investigación de los espacios mundiales por dispositivos de propulsión a chorro (1903), Organización Social de la Humanidad (1928) y Ética científica (1930), entre otras. En su Filosofía cósmica, sueña un futuro en donde la humanidad ha conquistado otros planetas. En este mismo trabajo encontramos su famosa frase –que Carl Sagan gustaba de citar en sus obras-: “La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en una cuna para siempre”.También fue un decidido defensor de la posible existencia de vida en otros planetas, respecto a la que acuñó otra famosa frase “la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia” –también citada constantemente por Sagan-.
Sus cuadernos de notas están llenos de bosquejos de cohetes de propulsión líquida, diseños detallados con las paletas del manejo en el plume del extractor para el control direccional, cabinas presurizadas dobles para proteger contra los meteoritos, detallados diseños de cámaras de combustión, giroscopios para el control de altitud, asientos de descanso para proteger contra la gran aceleración durante el despegue y bolsas de aire G para salir de la nave espacial hacia el vacío del espacio. Previamente había estudiado los efectos de la fricción en el cuerpo humano, para diseñar las medidas de seguridad en ambientes extremos.
En 1920, expuso la idea de un cohete formado por módulos múltiples que iban desprendiéndose en las sucesivas etapas del viaje, como lo serían los que viajaron a la Luna medio siglo después. También vislumbró la posibilidad de utilizar motores de combustible líquido, con una mezcla de un comburente distinto del aire y un carburante para la propulsión de estas naves.
También es autor del primer proyecto de un Ascensor Espacial, un hipotético elevador que conecta la superficie del planeta con el espacio exterior. Básicamente sería una estación espacial en una órbita geosíncrona –que tiene el mismo periodo orbital que el periodo de rotación de la Tierra-, y de la que parte un cable de miles de kilómetros de largo, que llega hasta el suelo y que puede tener forma de riel. Por este cable se pueden subir y bajar cargas hacia el espacio con costos mucho menores de lo que supondría enviar un cohete espacial. Incluso se podría llegar a subir una nave espacial completa para que despegue una vez fuera de la atmósfera terrestre. El concepto, tal como se lo conoce hoy en día, fue formulado en 1960 por Yuri Artsutanov en un artículo publicado en el diario oficial soviético Pravda bajo el título “Hacia el Cosmos por medio de un tren eléctrico” (В Космос — на электровозе), sin embargo ya había sido propuesto por Tsiolkovski en 1895, inspirándose en la Torre Eiffel. Ascensores espaciales aparecen en numerosas obras de ciencia ficción como la novela 3001: Odisea Final (3001: the final Oddisey, 1997) de Arthur Clarke y la reciente película Ad Astra (2019) de James Gray.
Otro legado del científico ruso fue la llamada Ecuación de Cohetes de Tsiolkovski, publicada en 1903, que considera que un objeto –en esta caso un cohete- puede acelerarse a sí mismo –empuje- expulsando parte de su masa a alta velocidad en el sentido inverso a la aceleración obtenida debido a la conservación de la cantidad de movimiento.
Una de las formas de la ecuación de Tsiolkovski
Por sus logros científicos y tecnológicos fue nombrado Caballero de Tercera Clase de la Orden de Santa Ana, Orden de la Bandera Roja del Trabajo, Caballero de Tercera Clase de la Orden de Saint Stanislav y miembro de la Academia Socialista de Ciencias (más tarde Academia de Ciencias de la Unión Soviética). En 1921 el Congreso de Comisarios del Pueblo de la Unión Soviética le otorgó una pensión vitalicia en reconocimiento a sus logros científicos y a su labor como docente.
Falleció en Kaluga, el 19 de septiembre de 1935. Un cráter ubicado en el Hemisferio Sur de la Luna –al oeste del cráter Gagarin- y el Asteroide Nº 1590 llevan su nombre, además de numerosos institutos de investigación. También se han erigido estatuas en su honor.
Los inventos y descubrimientos de Tsiolkovski hicieron posible la colocación del primer satélite artificial en 1959 –el Sputnik– y el primer ser humano en el espacio –el cosmonauta Yuri Gagarin-, ambos logros obtenidos por la Unión Soviética.
Bibliografía:
Casado, Javier; Rumbo al Cosmos: los secretos de la astronáutica, edición del autor, 2011.
Enciclopaedia Britannica, 15º edición, 1995, vol. XI (artículo “Tsiolkovski, Konstantín”).
Ruiza, Miguel, Fernández, Tomás y Tamaro, Elena; “Biografía de Konstantín Tsiolkovski”, Biografías y Vidas: la enciclopedia biográfica en línea, www.biografiasyvidas.com/biografia/b/braun_von.htm, 2004.
El peruano Pedro Eleodoro Paulet Mostajo fue un precursor de la ingeniería espacial al descubrir las ventajas del combustible líquido en la propulsión de cohetes y diseñar un motor que funcionaba con este sistema.
Nacido en Tiabaya, cerca de Arequipa (ubicada en la Provincia y el Departamento homónimos, considerada la “capital Jurídica” del Perú), el 2 de julio de 1874, en una familia mestiza formada por Pedro Paulet y Antonina Mostajo y Quiroz. Cuando solo contaba con 3 años falleció su padre. Tras esto su madre decidió mudarse con su familia a Arequipa. Su primo Francisco Montajo –que más tarde sería un reconocido político- fue su compañero de juegos en la infancia.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio francés de los padres lazaristas donde fue un estudiante activo, destacado en las ciencias y apasionado por el arte. Sería un sacerdote francés llamado Hipót Duhamel el que, sin intención, convirtió al pequeño Pedro en un apasionado por el espacio cuando llevó a Arequipa varias cajas de libros, entre los que se encontraban las novelas de Jules Verné. Duhamel era maestro de Paulet y fue quien le entregó el ejemplar de la obra De la Tierra a la Luna (De la Terre à la Lune trajet direct en 97 heures,1866), con la que pronto se obsesionaría.
Según su hija Megan Paulet Wilquet: “Desde la primera infancia, Pedro Paulet mostró pasión por alcanzar las estrellas. Con sus primitivos modelos de cohetes, inspirados en los fuegos artificiales de la ciudad, toda su infancia fue una colección de anécdotas sobre su curiosidad por el descubrimiento y la creación científica; curiosidad que a menudo lo llevó a experimentos arriesgados”.
Según el jurista y escritor Víctor Andrés Belaunde, quién fue su compañero en la escuela, sus cohetes y experimentos se caracterizaban por gran rigor en la realización de los cálculos. Sus primeros cohetes eran de canuto de carrizo ligados con cañas y ataba piedras o pedazos de metal a las guías para calcular el peso. Para probar el efecto de los viajes espaciales en los seres vivos incluyó roedores en la tripulación de los cohetes, aunque cuidando que no sufrieran daño. Los explosivos los obtenía de los sobrantes de los fuegos artificiales. El temor de los vecinos a un accidente o incendio provocó que debiera hacer sus experimentos fuera de la ciudad. Con la ayuda de pirotécnicos locales consiguió cámaras más grandes y cohetes de mayor altitud.
También solía ir a la estación de tren para tratar de aprender sobre el funcionamiento de los motores del ferrocarril.
Pese a provenir de una familia de bajos recursos, en 1892 pudo comenzar a cursar en la Universidad San Agustín de Arequipa, gracias a que el rector le hizo rendir examen ante un tribunal para que pudiera ser becado. En 1894 se graduó de Bachiller en Letras y Ciencias. En los dos años que permaneció en la Universidad fundó una Sociedad Patriótica y un Centro de Artes, y obtuvo premios por sus dibujos y esculturas. Paulet no concebía a las ciencias duras y a las humanidades como disciplinas que debieran estar separadas, algo que respetó durante toda su vida.
En 1893 falleció su madre.
En 1894 el gobierno del presidente Remigio Morales Bermúdez (1890-1894), gracias a las gestiones del padre Duhamel, le entregó una beca para estudiar en Europa en reconocimiento por su “excelencia académica”. Comenzó a cursar Ingeniería y Arquitectura en la Universidad de la Sorbonne, y también se matriculó en la Escuela de Bellas Artes y Artes Decorativas. Como las becas de entonces duraban muy poco, debió terminar de costear sus estudios trabajando como periodista y corresponsal de prensa.
Mientras cursaba estas carreras, asistió a conferencias públicas de química a cargo del profesor Marcelin Berthelot –especialista en explosivos- en el College de France. Luego, en 1898, decidió inscribirse en el Instituto de Química Aplicada de la Universidad de París para estudiar Ingeniería Química con Berthelot.
En una entrevista para el diario La Crónica (Argentina), del 18 de abril de 1944 –citada por Madueño Paulet Vázquez-, recordaría que “en el Instituto me atrajo principalmente el trabajo de Berthelot, sobre las fuerzas de los materiales explosivos. No podía entender por qué su libro no aparece en cada biblioteca técnica”.
En 1901 se graduó con la más alta distinción. A lo largo de su vida se dedicaría a disciplinas tan dispares como arquitectura, ingeniería, mecánica, química, economía, geografía, turismo, escultura, literatura, política y periodismo.
Estaba convencido de que “no hay límites para el crecimiento” y que “el progreso no consiste en unir los procesos de la naturaleza, sino en superarlos”, ya que si para volar nos limitamos a imitar a las aves nunca podremos superar la gravedad terrestre.
Siendo aún estudiante, comenzó a diseñar aquello que había soñado de niño: cohetes para la conquista del espacio. Su maestro Berthelot le aconsejó probar con las panclastitas, explosivos recién inventados por Eugene Turpin, como combustible para sus motores. También consultó a otras personalidades científicas de la época como el químico y mineralogista Charles Friedel, y el matrimonio formado por Pierre Curie y Marie Sklodowska, ganadores del Premio Nobel de Física en 1903 junto con Henri Becquerel por haber descubierto el radio y el polonio.
Paulet concluyó que el peróxido de nitrógeno y la gasolina que lo componían eran los propelentes ideales para su motor. En 1895, cuando apenas llevaba un año en la carrera de Ingeniería Química y contaba con 21 años de edad, presentó su primer invento: el “Motor Paulet”. Se trataba de un artefacto de 2,5 kg de peso, con un empuje de 200 libras y que experimentaba 300 explosiones por minuto.
Reconstrucción del “Motor Paulet” realizado por James El Wyld en 1946, en base a los escritos del inventor (Fuente la Imagen: Madueño Paulet Vázquez, 2000-2001).
Paulet concebía a este motor como un artefacto capaz de impulsar una nave con rumbo al espacio exterior. Dicha nave sería presentada unos años después.
En una extensa -y famosa- carta al diario peruano El Comercio del 25 de agosto de 1927 –aunque el diario la publicaría recién en octubre de ese año- explicaba los puntos esenciales de su invento:
“Mis experiencias más definitivas fueron hechas con cohetes de acero vanadiado -entonces una novedad- y con las panclastitas que acababa de inventar Turpin, el autor de la melinita. En la parte superior de este cohete metálico, con interior cónico y que medía unos 10 cms. de alto por 10 cms. de diámetro en la base abierta, se introducía por conductos opuestos y provistos de válvulas con resortes, el vapor de peróxido de ázoe, por un lado, y la bencina de petróleo, por otro. La chispa eléctrica de una bujía parecida a la de los automóviles y colocada a media altura en el interior del cohete determinaba la explosión.
Por otra parte, para efectuar las experiencias preliminares el cohete provisto de anillos exteriores de largos tubos flexibles que unían sus mencionados conductos a los depósitos del peróxido de ázoe y de la bencina y de un conductor de la bujía a la toma de corriente podía ascender entre dos tensos alambres paralelos y verticales, entre cuya parte alta se instaló un fuerte dinamómetro a resorte que, soportando la presión del cohete en ejercicio, podía medir aproximadamente su fuerza ascensional. Los resultados de tales experiencias fueron de lo más satisfactorios. Un solo cohete de 2 kilos y medio de peso y con unas 300 explosiones por minuto no sólo pudo mantenerse en constante empuje contra el dinamómetro, que llegó a marcar hasta 90 kilos de presión, sino que funcionó, sin deformarse notablemente, cerca de una hora. En tales condiciones no era, pues, aventurado prever que disponiendo de dos baterías con mil cohetes cada una, para accionar una mientras la otra descansaba, habría sido posible levantar varias toneladas”.
Pese al poco reconocimiento que ha tenido, a Paulet debemos darle el crédito de haber inventado el primer cohete bi-propulsor, en donde el oxidante y el hidrocarburo están en tanques separados, y solo se mezclan en la cámara de combustión. Este es un antecedente de lo utilizado por las naves espaciales posteriores, con la única diferencia que el ácido nítrico reemplazó al peróxido de nitrógeno utilizado por el inventor latino.
En 1900, a poco de recibirse de Ingeniero Químico, presentó su segundo invento: la “Girándula”. Este consistía en una rueda de bicicleta, equipada con tres cohetes alimentados por tubos unidos a los radios. El combustible –una mezcla de explosivos entre los que estaba la famosa panclastita- llegaba a través de los tubos desde un tipo de carburador fijo, colocado cerca del eje, con un anillo de agujeros y una boquilla. El número de cohetes podía incrementarse según la necesidad.
La Girándula (derecha) y el motor en el Museo de Aeronáutica de la Fuerza Aérea peruana en Lima.(Fuente la Imagen: Madueño Paulet Vazquez, 2000-2001)
Los resultados de las primeras pruebas fueron exitosos ya que la rueda pareció girar indefinidamente. Sin embargo en uno de ellos –realizado en el Hotel donde residía en el Barrio Latino- se produjo una explosión que le perforó el tímpano izquierdo, lo que años más tarde le provocaría sordera.
En la ya citada entrevista de 1944 para LaCrónica, describe los pormenores del hecho:
“Un grave accidente causado por una explosión de acetona en un vaso de precipitados junto a un mechero Bunsen, alarmó al director del Instituto, el Dr. C. Charbie, quien prohibió vehementemente el manejo de explosivos en los laboratorios, que luego se ubicaron en modestas instalaciones cerca de los Jardines de Luxemburgo, en París. Como no pude continuar estos experimentos en mi hotel, menos aún, cuando la policía, debido a alguna actividad anarquista, fue desfavorable para la fabricación de explosivos, abandoné mi trabajo en el motor Girándula y sus aplicaciones posteriores”.
Paulet resultó detenido por la Policía de Paris acusado de actividades anarquistas y terroristas, pero fue liberado por la intervención de Bethelot que declaró a su favor. Allí les informaron que los experimentos con explosivos debían hacerse en laboratorios militares especializados y no en lugares residenciales. Sin embargo, como señaló años más tarde en la entrevista, su utilidad ya había sido probada, por lo que no eran necesarios más experimentos.
El diseño de la Girándula inspiró la posterior creación de las turbinas de los aviones a reacción.
En 1900 el gobierno peruano –quién lo había becado- le solicitó que se uniera al Cuerpo Diplomático. Primero fue designado Cónsul en Paris y se le encargó que representara al país en la Exposición Universal de ese año. Por su participación en esa actividad el Gobierno francés le entregó la orden de Oficial de la Instrucción Pública. Dos años después fue destinado a Amberes (Bélgica). Para entonces ya había obtenido su título universitario.
En 1902, mientras desempeñaba el nuevo cargo político, diseñó el “Avión Torpedo” o “Autobólido” –como prefería llamarlo-, el primer antecedente de una nave impulsada por cohetes. Esto fue un año antes de que los hermanos Wright hicieran volar su aeroplano.
(Fuente de la imagen: Rojas Aquije, 2008)
El diseño de la nave de Paulet se basaba en principios completamente nuevos: “no se trata de «atraer» el aire, sino de «empujar» el aire con cohetes. La nave con la que alcanzaremos el espacio tendrá que ser de forma aerodinámica”, diría en una entrevista. Por ello carecía de hélice y elementos de planeador –inútiles en el vacío del espacio-, y el diseño de la cabina era esférico, por considerar que era la forma geométrica más resistente a las presiones externas y porque permite una completa libertad de movimiento al astronauta en su interior. Además había incluido paredes térmicas y la producción de electricidad para el instrumental por medio de baterías termoeléctricas. Solía decir que la forma de su avión más que “aerodinámico” era “astrodinámico”.
Para Paulet, una nave perfecta debe contar con cinco condiciones: “debería: 1º elevarse verticalmente; 2º detenerse en cualquier punto de la atmósfera; 3º poder volar a más de 20,000 metros de altura; 4º poseer un exterior indeformable por los agentes atmosféricos y un interior confortable para un gran número de pasajeros y un gran peso de mercancías; y 5º descender verticalmente” (carta a El Comercio del 25 de agosto de 1927).
Para mejorar sus inventos se dedicó a estudiar el desplazamiento del calamar, lo que le dio la idea de la masa química para la propulsión a chorro. Muchas décadas después, la NASA supo aprovechar estos descubrimientos para la propulsión de cohetes y en 1974, al cumplirse 100 años del natalicio de Paulet, la Oficina de Correos de los Estados Unidos emitió un sello postal con el diseño del calamar y el logo de la agencia espacial.
Paulet quería una nave que no solo fuera capaz de volar en el aire y en el vacío del espacio, sino que también fuera capaz de sumergirse. Un vehículo así sería propuesto posteriormente por Jules Verné en la novela El Dueño del Mundo (Maître du Munde, 1904). Curiosamente, Paulet se interesó por la exploración espacial gracias a una novela de Verné, pero se adelantaría a este en uno de sus inventos.
También llegó a proponer que en el futuro se podría utilizar la energía nuclear como combustible para aeronaves: “Verdad es que aún no sabemos utilizar la energía mecánica del radium como la del petróleo. Pero, no se necesita tanto para poder viajar modestamente de Europa a Lima en un par de horas” (carta a El Comercio del 25 de agosto de 1927).
Pese a todo esto, los aviones de hélice, a los que Paulet consideraba “cometas automotrices” de pobre rendimiento, se impusieron a los de motor en los primeros años del siglo XX.
En los años siguientes Paulet dejaría de lado sus inventos para asumir una serie de obligaciones que le encomendó el Gobierno peruano. Entre otras cosas, le pidieron que evaluara la viabilidad de aplicar telegrafía inalámbrica en el Océano Pacífico, y es sobre la base de su investigación que se instaló un sistema telegráfico en el Perú.
En 1904, Paulet regresó al país a pedido del presidente José Pardo y Barreda (1904-1909) para asumir la fundación y dirección de la Escuela de Artes y Oficios (hoy Instituto Superior de Tecnología “José Pardo”). Para poder concretar esta tarea estudió los planes de estudio de las principales escuelas técnicas de Europa y convocó un equipo docente formado por destacados ingenieros. La escuela contó con el mejor equipamiento y material de laboratorio del momento. Un porcentaje importante de sus estudiantes eran becados, y los seis mejores promedios de la primera graduación fueron enviados a continuar sus estudios a Europa.
Ese mismo año también se aprobó un Proyecto presentado anteriormente para fundar el Hospital Goyeneche en Arequipa.
En 1906 fundó la revista científico-cultural Ilustración Peruana, dirigida a la juventud y orientada principalmente a la ingeniería y la astronáutica. La edición del 7 de diciembre de 1910, por ejemplo, estaba dedicada a informar sobre la construcción del primer monoplano peruano, de 36 pies (alrededor de 3 metros) de envergadura, realizado en 1908 por el ingeniero Carlos Tenaud Pomar en la Escuela de Artes y Oficios. La publicación también sería un medio para reclamar al gobierno mayor financiamiento y fomento de la educación, la ciencia y la tecnología.