La frontera entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior es un concepto fascinante y debatido. Mientras que la convención general considera la línea de Kármán, ubicada a 100 kilómetros sobre la Tierra, como el límite del espacio, diversas teorías han surgido para definir este umbral.

La teoría del Kármán establece que a una altitud de 100 kilómetros, la atmósfera se vuelve tan tenue que las aeronaves ya no pueden mantener vuelo convencional y deben adoptar la propulsión orbital. Esta idea, propuesta por el ingeniero aeroespacial Theodore von Kármán, se ha aceptado internacionalmente, pero otras propuestas desafían este consenso. A esa altura estamos en la «exosfera». La exosfera es la capa más externa de la atmósfera terrestre y se extiende hasta la línea de Kármán, que se sitúa a 100 kilómetros sobre la superficie terrestre.

La exosfera es una capa muy delgada y contiene partículas extremadamente dispersas, principalmente átomos ligeros, como hidrógeno y helio, así como algunas moléculas más pesadas en pequeñas cantidades. La densidad de partículas en la exosfera es tan baja que las colisiones entre ellas son excepcionales. En esta altitud, la exosfera está expuesta directamente a la radiación solar, ya que se encuentra por encima de gran parte de la atmósfera que absorbe y dispersa la radiación. La radiación solar en la exosfera incluye la radiación ultravioleta (UV), la luz visible y otras formas de radiación electromagnética. Debido a la baja densidad de partículas, la exosfera no retiene calor significativo y puede experimentar temperaturas extremadamente variables, desde temperaturas muy altas cuando está expuesta a la luz solar directa hasta temperaturas muy bajas en la sombra.

Es importante destacar que, aunque se encuentra en la exosfera, la región a 100 kilómetros de altura no está exenta de algunas partículas atmosféricas, y no es completamente desprovista de atmósfera. Sin embargo, es en este límite superior donde las características atmosféricas se vuelven cada vez más tenues y se fusionan gradualmente con el espacio exterior.

La Fédération Aéronautique Internationale (FAI) propone una altitud de 50 kilómetros como el inicio del espacio, basándose en la capacidad de vuelo orbital y la reducción significativa de la resistencia atmosférica a esta altitud. La línea de 50 kilómetros ha sido respaldada por varios vuelos suborbitales.

Además, algunos científicos sugieren que el espacio debería definirse en función de la magnitud de la radiación solar, que comienza a afectar las naves espaciales más allá de la órbita terrestre. Otros proponen considerar el límite superior de la atmósfera, donde las partículas atmosféricas son tan escasas que los fenómenos meteorológicos no tienen lugar.

La ambigüedad en la definición del espacio destaca la complejidad de establecer límites precisos en un entorno tan dinámico como la atmósfera terrestre. A medida que la exploración espacial continúa evolucionando, estas teorías ofrecen perspectivas valiosas para comprender dónde termina la Tierra y comienza el vasto y misterioso reino del espacio exterior.

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