El pasado verano, el rover Perseverance de la NASA analizó una de las rocas más enigmáticas de su misión en Marte. Los resultados preliminares ya indicaban que podía tratarse de un hallazgo trascendental: señales de antiguos procesos químicos vinculados al agua, compuestos orgánicos y posibles indicios de reacciones relacionadas con la vida microbiana.
Ahora, tras un año completo de revisión científica por pares, la prestigiosa revista Nature ha publicado los resultados validados: la muestra conocida como “Sapphire Canyon” contiene lo que los expertos llaman “potenciales biofirmas”. Es decir, pistas que sugieren que pudo haber existido vida en Marte en el pasado… aunque todavía no permiten afirmar nada concluyente.

Una biofirma es cualquier característica química, estructural o mineral que podría haber sido generada por la actividad de organismos vivos. En el caso de Sapphire Canyon, el análisis detectó patrones que encajan con este tipo de procesos, pero que también podrían explicarse por fenómenos puramente geológicos.
La astrobióloga de la NASA Lindsay Hays lo explica de forma clara:
“Una biofirma potencial no es una prueba definitiva de vida. Es una pista que necesita ser investigada en mayor profundidad, especialmente con análisis en laboratorios terrestres”.
Por eso, la comunidad científica espera con gran interés el futuro retorno de muestras marcianas a la Tierra, una misión conjunta de NASA y ESA que permitirá analizar con instrumentación más avanzada lo que Perseverance ya ha recogido.
El hallazgo no resulta casual. Perseverance explora el cráter Jezero, un lugar que hace más de 3.500 millones de años fue un lago alimentado por ríos.

Imágenes y animaciones científicas nos permiten imaginar aquel entorno: cauces de agua fluyendo entre laderas rojizas, depósitos minerales ricos en sulfatos y carbonatos, y una química muy distinta a la actual superficie árida y polvorienta.
La roca analizada, llamada “Cheyava Falls”, muestra bandas blancas de sulfato cálcico y materiales rojizos intercalados, con diminutas manchas claras rodeadas de material más oscuro. Estas texturas llamaron inmediatamente la atención del equipo científico, que las comparó con procesos observados en ambientes acuáticos de la Tierra.
El hecho de que los resultados se hayan publicado en Nature tras un proceso de revisión independiente es crucial. En ciencia, los descubrimientos no se validan hasta que otros especialistas externos analizan los datos, la metodología y las conclusiones.
Este paso otorga robustez a los hallazgos y abre la puerta a futuras investigaciones más profundas. El consenso actual es claro: Sapphire Canyon es el mejor candidato hasta la fecha para contener indicios de procesos biológicos antiguos en Marte, aunque aún estamos lejos de una confirmación definitiva.

Mientras esperamos el regreso de muestras, los rovers Perseverance y Curiosity siguen trabajando sin descanso.
- Curiosity continúa ascendiendo por el Monte Sharp, estudiando la evolución geológica y climática de Marte.
- Perseverance, además de buscar biofirmas, está almacenando tubos de muestra que algún día podrían viajar a la Tierra.
Ambos proyectos forman parte de una estrategia más amplia: el programa Artemis que llevará a los humanos de nuevo a la Luna y, en el futuro, misiones tripuladas a Marte.
Los descubrimientos de Perseverance son un recordatorio de que la exploración marciana no es ciencia ficción, sino ciencia en marcha. Cada roca perforada, cada muestra guardada, nos acerca un poco más a responder una de las preguntas más profundas de la humanidad:
¿Estamos solos en el universo?
De momento, las pistas en Marte siguen acumulándose. El futuro de la exploración espacial promete emociones aún mayores…


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