El sábado 21 de junio de 2025, a las 10:42 UTC (12:42 hora peninsular española),
comienza el solsticio de verano, en ese preciso momento, el Polo Norte de la Tierra se inclinará en su máxima orientación hacia el Sol, que alcanzará su punto más septentrional en el cielo: justo sobre el Trópico de Cáncer, a 23,44° de latitud norte.
Este instante marca el inicio del verano en el hemisferio norte, mientras que en el hemisferio sur comienza el invierno. Desde una perspectiva astronómica, el Sol estará en su posición más alta en el cielo al mediodía para los observadores del norte, y eso se traduce en el día más largo del año y la noche más corta.

Curiosamente, en verano la Tierra está más alejada del Sol, lo que se llama afelio, que ocurrirá este año el 3 de julio de 2025. ¿Cómo puede ser esto compatible con las altas temperaturas?
La clave está en la inclinación del eje terrestre. En esta época, los rayos solares inciden más directamente sobre el hemisferio norte, lo que provoca un mayor calentamiento, a pesar de la mayor distancia al Sol. En cambio, en el hemisferio sur, los rayos llegan de forma más oblicua y las temperaturas bajan: allí empieza el invierno.
La llegada del verano no solo se siente: se ve. Uno de los signos más claros en el cielo nocturno es la aparición del Triángulo de Verano, un asterismo formado por tres de las estrellas más brillantes del cielo boreal:
- Vega, en la constelación de Lyra
- Deneb, en Cygnus (el Cisne)
- Altair, en Aquila (el Águila)

Desde mediados de junio, estas estrellas comienzan a dominar el horizonte este sobre las 22:00 h, ascendiendo con fuerza en las noches templadas del verano. Verlas en lo alto del cielo es casi como una señal silenciosa de que la estación más luminosa ha comenzado.
🌠 Una lluvia de estrellas para tus noches estivales
Y no podemos hablar del verano sin mencionar uno de los eventos astronómicos más esperados del año: las Perseidas. Esta lluvia de meteoros, visible cada agosto, tendrá su máximo de actividad en la noche del 11 al 12 de agosto de 2025, con una tasa que puede alcanzar los 100 a 120 meteoros por hora bajo cielos oscuros, aunque este año afectadas por la Luna que estará en fase gibosa decreciente a un 82% de llena.
Su radiante se encuentra en la constelación de Perseo, al noreste, y es visible desde prácticamente todo el hemisferio norte.
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